domingo, 17 de octubre de 2021

Jn 3, 31c-32a

 el que viene del cielo, de lo que ha visto personalmente y ha oído, de eso da testimonio.

Se subraya el contraste con Moisés. Sus palabras, su Ley, no respondían a una experiencia personal e inmediata de Dios (1,18: A la divinidad nadie la ha visto nunca). Era sólo mediador de la alianza, que hablaba de oídas (Éx 33,19; 34,6s), porque no pudo ver la gloria de Dios, su rostro (Éx 33,18-23). Jesús, por el contrario, está de cara al Padre (1,18). Por eso no <<habla>>, como Moisés; por ser <<el Hijo>>, da testimonio de su propia experiencia.

A la alianza fundada en la Ley de Moisés va a corresponder la fundada en el testimonio del Hijo. Habrá, sin embargo, otra diferencia: el Hijo no viene a ser el mediador de una nueva alianza, sino a realizarla, puesto que él es el Esposo (3,29; cf. 1,15.27.30; 2,1ss), tomando el puesto de Dios mismo-

La frase El que viene del cielo está en paralelo con El que ha bajado del cielo (3,13) y con la de Juan Bautista: Si no se le concede del cielo (3,27). Todas hacen alusión a la bajada del Espíritu (1,32). Por eso el testimonio de Jesús transmite una experiencia directa. Sólo él puede comunicar lo que ha visto personalmente y oído, formular la voluntad cierta y completa de Dios (3,11). La manifestación de Dios que en él tiene lugar sobresee todas las anteriores.

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