domingo, 17 de octubre de 2021

Jn 3,33

 Quien acepta su testimonio pone su sello, declarando: <<Dios es leal>>.

Aunque los que están con la Ley no aceptan el testimonio, otros lo hacen y éstos ratifican la lealtad de Dios.

La acumulación de términos pertenecientes al campo semántico contractual: dar / aceptar el testimonio, poner el sello ( cf. Jr 32,10.11.35.44) y la afirmación de la lealtad, subrayan el tema de la alianza / pacto. Los contrayentes son Dios y el hombre, por medio de Jesús, que declara lo que ha visto y oído; él hace la propuesta en nombre de Dios, ofreciendo vida definitiva, mediante el Espíritu (cf. 3,34). La única voz acreditada para hablar en nombre de Dios es la de Jesús, por ser la del Hijo, heredero y poseedor de toda la riqueza del Padre, su misma presencia (1,14: la gloria; cf. 1,18; 3,35).

La experiencia de vida comunicada por el Espíritu es la que hace que el hombre conozca la fidelidad de Dios a su pacto y selle definitivamente su alianza.

Pone su sello afirmando la lealtad de Dios, que es la expresión de su amor con obras. Quien acepta el testimonio tiene evidencia de la obra de Dios en sí mismo, experimenta el cumplimiento de su promesa. Ser fiel / leal era una de las cualidades características de Dios en el AT (Éx 34,6; Nm 14,18; Sal 86,15; 103,8; Is 65,16: veraz / fiel). Al comunicar la vida manifiesta su lealtad a sus promesas y al hombre.

A dos alianzas diversas (1,17) corresponden dos tipos distintos de relación con Dios. La primera, fundada en la Ley, establecía una relación mediata, la de siervo-Señor, produciendo la conciencia de culpabilidad y la necesidad de una purificación nunca alcanzada (cf. 2,6). En la segunda, fundada sobre el amor leal, la relación es inmediata, interpersonal, y se describe en términos de amor, como de esposo-esposa o de Padre-hijo; su característica es la fidelidad / lealtad.

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Jn 21,24-25

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