Le dice la mujer: <<Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde vas a sacar el agua viva?>>.
La mujer queda impresionada por la frase enigmática de Jesús, lo llama respetuosamente <<Señor>> y muestra su extrañeza por el ofrecimiento. NO conoce más agua que la de aquel pozo y ve que Jesús no tiene los utensilios necesarios para sacarla. Se pregunta dónde puede procurarse el agua viva que promete.
La extrañeza de la mujer está en paralelo con la de Nicodemo. En uno y en otro caso se trata del agua/Espíritu (3,5). Nicodemo no podía comprender la afirmación de Jesús: hay que nacer de nuevo / de arriba (3,3.7), concebía ese nacimiento en términos de esfuerzo propio y concluía ser imposible (3,4). No conocía más camino que el de la Ley ni más mejora del hombre que a través de su observancia. Aquí, paralelamente, la mujer no conoce más agua que la del pozo, también figura de la Ley (cf. 4.6 Lect.), y piensa que el agua ha de extraerse con el esfuerzo humano. No conoce ni se imagina un don de Dios gratuito. Ni Nicodemo ni la mujer, educados en la Ley, están acostumbrados a la idea de gratuidad, no conocen el amor de Dios (cf. 2,3: No tienen vino).
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