El que es de la tierra, de la tierra es y desde la tierra habla.
Después del principio general establecido anteriormente, se hace la oposición entre el que es de la tierra y el que viene del cielo. <<Ser de la tierra>> no significa no haber tenido encargo divino, pues tanto Moisés como Juan Bautista lo tuvieron (Éx 3,10; Jn 1,6) y de modo parecido los demás profetas (Is 6,8; Jr 7,4-10, etc.), sino la provisionalidad de ese encargo, lo incompleto de su mensaje, limitado por un horizonte terreno (desde la tierra habla).
<<Ser de la tierra>> connota la ausencia de conocimiento inmediato de Dios, que caracteriza la época anterior a Jesús (1,18). Sólo un Hijo puede conocer a Dios, que es Padre, y Jesús es el Hijo único, el primogénito de los hijos de Dios (3,18). Todo intermediario entre Dios y el pueblo había transmitido mensajes apoyados más en su experiencia del mundo (de la tierra es y desde la tierra habla) que en la de Dios mismo.
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