quien presta adhesión al Hijo posee vida definitiva.
Aceptar el testimonio de Jesús comporta adherirse a él en su calidad de Hijo único de Dios (3,18). Él, a quien el Padre ha puesto todo en la mano, puede disponer de la vida como el Padre mismo (5,26) y la comunica, cumpliendo así el designio del Padre (6,40; 17,2). La vida procede del Espíritu, que hace nacer de nuevo (3,6-7), y con el cual ha de bautizar Jesús (1,33).
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