pero su testimonio nadie lo acepta.
Dada la contraposición hecha entre Jesús y Moisés, esta frase se refiere a los que se niegan a aceptar la superación de la Ley y rechazan a Jesús. Éste reclutaba numerosos adeptos entre el pueblo (3,26; 4,1); pero entre los aferrados a la Ley mosaica eran raros, prácticamente ninguno, los que aceptaban la nueva manifestación de Dios en él. La frase, hiperbólica, está en paralelo con otras afirmaciones de Jn (1,10: el mundo no lo reconoció; 1,11: los suyos no lo acogieron; 3,11: nuestro testimonio no lo aceptáis; 3,19: los hombres han preferido la tiniebla a la luz).
El testimonio de Jesús declara lo que ha visto y oído personalmente. Esta frase recuerda la pronunciada en el diálogo con Nicodemo (3,11: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero nuestro testimonio no lo aceptáis). Esto confirma que Jn expone de nuevo la cerrazón de los adictos a la Ley frente al testimonio cristiano.
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