El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos.
Jesús no es un profeta más, es el Hijo (3,17 Lect.); el Hombre-Dios no puede ser alineado con los que lo han precedido en la historia de Israel. No es el más excelente de una serie de iguales; pertenece a una categoría única (1,14.18: 3,16: Hijo único; 1,34.49: Hijo de Dios; 3,18: Hijo único de Dios).
Por ser Hijo, procede de Dios y es objeto de su amor. Él es el heredero universal del Padre, y, en consecuencia, tiene plena disposición sobre todo.
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