sábado, 16 de octubre de 2021

Jn 3,29c

 <<Por eso, ésta mi alegría ha llegado a su colmo>>.

En su último testimonio sobre Jesús, Juan afirma la alegría que lo llena. Él no buscaba su gloria, no se alza como rival de Jesús; percibe con gozo la voz que toma el puesto de la suya. Su testimonio ya no es promesa, sino constatación, y de ella procede su alegría, que es total, pues el cumplimiento es pleno, y Juan ha sido testigo de ello (1,34).

Abrahán, origen del pueblo y primer portador de las promesas, vio en lontananza el día del Mesías, descendiente suyo, cuando habrían de cumplirse, y se alegró (8,56). Ahora que ese día está presente, Juan escucha la voz del Mesías-Esposo y su alegría es completa. La figura del Mesías, manteniendo viva la esperanza, causaba la alegría en la alianza antigua, que demostraba así su carácter provisional. En la comunidad cristiana será Jesús Mesías el realizador de la esperanza y la fuente de la alegría (15,11; 17,13).

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