<<Subid vosotros a la fiesta, yo no subo a esta fiesta, porque para mí el momento no ha llegado aún>>.
Después de haberles explicado las razones que tiene el mundo para odiarlo, Jesús, al indicarles a ellos que suban a la fiesta, les pone ante los ojos su complicidad con la injusticia. Él, en cambio, no va a una fiesta <<de los Judíos>>; llegará su momento y celebrará la suya, que reunirá los rasgos de la Pascua y de las Chozas (12,13 Lect.). El gran día de su fiesta será cuando en la cruz deje correr el torrente del Espíritu (7,37-39; 19,34).
En esta ocasión no subirá al templo hasta ya mediadas las festividades, y no será para participar en las celebraciones, sino para enseñar. Su presencia y sus declaraciones provocarán un grave conflicto que llegará hasta el intento de apedrearlo (8,59).
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