<<(no es que venga de Moisés, viene de los patriarcas) y en día de descanso circuncidáis al hombre. Si se circuncida al hombre en día de descanso para no quebrantar la Ley de Moisés, ¿os indignáis conmigo porque en día de descanso le di la salud a un hombre entero?>>.
En este punto Moisés no fue original. No es él, por tanto, en este caso, la última autoridad. El precepto de circuncidar al octavo día había sido dado por Dios a Abrahán: A los ocho días de nacer, todos vuestros varones de cada generación serán circuncidados (Gn 17,12). Moisés no hizo más que repetir aquella prescripción divina (Lv 12,3), y la Ley, incluso la del descanso, hubo de respetarla. Existía, por tanto, una instancia anterior a la Ley. Jesús ha expresado otra al referirse al trabajo creador del Padre (5,17). Su designio está por encima de todo precepto.
La circuncisión se consideraba un bien hecho al hombre en un miembro particular. Jesús, en cambio, le confiere un bien total, haciéndolo pasar de la muerte a la vida (5,21.26). Los que realizaban la circuncisión ponían de hecho lo que ellos consideraban beneficioso para el hombre por encima del precepto del descanso, y eso por prescripción de la misma Ley. Jesús les muestra así la falta de fundamento de su acusación.
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