<<como a mí me envió el Padre que vive y, así, yo vivo por el Padre, también aquel que me come vivirá por mí>>.
La vida que Jesús posee procede del Padre (1,32: el Espíritu que bajaba como paloma desde el cielo y se quedó sobre él), y él vive por el Padre, es decir, en total dedicación al designio de Dios (4,34) de dar vida al mundo (6,39-40.51). Al disponer él mismo de la vida (1,33: él va a bautizar con Espíritu Santo; cf. 5,26: ha concedido al Hijo disponer de la vida), la comunica a los suyos; la actitud de éstos ha de ser la dedicación al mismo designio. El mismo vínculo de vida que existe entre Jesús y el Padre (vida recibida - vida dedicada) existe entre los discípulos y Jesús.
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