sábado, 2 de julio de 2022

Jn 6,48

 Yo soy el pan de la vida.

Como aparecerá por la contraposición que establece inmediatamente con el maná, Jesús como pan de la vida asegura el éxito de la liberación del hombre, que por él escapa de la muerte. Pero, al mismo tiempo, la vida definitiva no indica solamente ni en primer lugar una duración indefinida, sino una calidad nueva. Su duración sin fin es consecuencia de ella, por ser la vida que pertenece al mundo definitivo, a la creación terminada. Por eso Jesús como pan de vida, si, por una parte, se contrapone al maná, por otra se contrapone también a la Ley, que, como fuente de vida, era llamada <<pan>> y cuya observancia, según la doctrina rabínica, aseguraba la vida para el mundo futuro (1,4 Lect.). Era el pan ofrecido por la Sabiduría (Prov 9,5). El maná daba vida en este mundo, la Ley para el mundo futuro. Jesús, como pan, comunica al hombre desde ahora la vida propia del mundo definitivo.

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