<<a mí, en cambio, me odia, porque de él yo denuncio que su modo de obrar es perverso>>.
Jesús es objeto de odio a causa de su actividad; ésta, de palabra y de obra (2,13ss; 3,19-21; 5,41-47), denuncia el comportamiento de los dirigentes. Estos no rectifican, su reacción es el odio y la persecución (5,16-18). Jesús denuncia en ellos su indiferencia por el pueblo, al que tienen abandonado y, además, oprimen con la Ley. Remite, en particular, al último episodio en Jerusalén (5,1-47).
Verbalmente, sin embargo, la frase repite el texto de 3,19, donde esta conducta explica la opción en favor de las tinieblas. La aclaración que sigue (3,20: Todo el que obra con bajeza odia la luz y no se acerca a la luz, para que no se le eche en cara su modo de obrar) se aplica, por tanto, a <<el mundo>>, a los dirigentes judíos. En realidad, odian a Jesús, porque temen que éste ponga al descubierto ante el pueblo su verdadera conducta.
El modo de obrar de <<el mundo>> (7,7) está en contraste con las obras de Jesús (7,3), las que sus parientes lo incitan a hacer en público. Son estas obras las que <<el mundo>> no puede soportar (2,18). Ellas provocan el choque con los dirigentes (5,16-18).
No hay comentarios:
Publicar un comentario