<<El que quiera realizar el designio de Dios apreciará si esta doctrina es de Dios o si yo hablo por mi cuenta>>.
Jesús no prueba su afirmación con argumentaciones ni citando textos del AT. El criterio para discernir la verdad de su doctrina está en el hombre mismo, y a él se remite Jesús. Él no se impone, cada uno tiene que encontrar la certeza. El criterio que Jesús propone, independiente de su persona, es la fidelidad a Dios creador, el deseo de realizar su designio cooperando en la obra creadora, con el trabajo por el bien del hombre. Quien considere el bien del hombre como valor supremo, relativizando toda otra norma, y esté dispuesto a dedicarse a él, tendrá la evidencia de que la doctrina de Jesús viene de Dios. Es decir, en quien busca la plenitud de vida, la doctrina de Jesús produce una experiencia que le hace percibir su verdad. El convencimiento es, por tanto, personal, no por testimonio ajeno y, mucho menos, por imposición externa. Es el criterio ya propuesto por Jesús en otras ocasiones (5,36-38; 6,44-45).
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