<<porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida>>.
El contexto eucarístico en que se mueve Jn va a formularse más claramente. La eucaristía va a aparecer con un doble aspecto: como nuevo maná, alimento que da fuerza y vida, vehículo del Espíritu (6,55), y como nueva ley, que tiene realidad no por un código externo, sino por la identificación con Jesús (6,56) que lleva a una entrega como la suya (6,57).
En otras palabras: Por parte de Jesús, la eucaristía, memorial de su vida y muerte, es don que comunica su amor y su vida (el Espíritu). Por parte del discípulo es la aceptación del don; de éste nace una experiencia de vida-amor que se convierte en norma de su conducta; al aceptarlo, renueva su compromiso con Jesús y, en él, con el hombre. Jesús, alimento de su comunidad, produce en ella el amor, la entrega y la alegría festiva (cordero pascual). El don recibido lleva al don de sí: es el amor que responde a su amor (1,16).
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