<<No juzguéis superficialmente, dad la sentencia justa>>.
La exhortación de Jesús no contiene solamente una advertencia, sino, al mismo tiempo, una acusación. Antes había afirmado que sólo él, que buscaba la gloria del Padre, manifestada en su actividad liberadora, era de fiar y estaba libre de injusticia (7,18 Lect.). Ahora los exhorta a practicar la justicia, adoptando como único criterio de actuación el bien del hombre, sola norma de moralidad que permite distinguir entre el bien y el mal. Es la norma expuesta en 5,30: el designio del Padre.
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