Los vecinos y los que antes solían verlos, porque era mendigo, preguntaban: <<¿No es éste el que estaba sentado y mendigaba?>>.
La curación del ciego provoca una perplejidad entre la gente que lo conocía. Algunos estiman que no puede ser la misma persona, otros, en cambio, afirman que lo es. Por primera vez aparece que el ciego era un mendigo. Pedía limosna sentado; estaba inmóvil, impotente, dependiente de los demás. Jesús, al darle la vista, le ha dado la movilidad y la independencia. El caso del ciego presenta un estrecho paralelismo con el del inválido. Uno estaba echado, el otro sentado, ambos sin poder valerse; son muertos que reciben vida (5,21), oprimidos que reciben libertad.
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