<<Si yo no hubiera venido y les hubiera hablado, no habrían mostrado su obstinación en el pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado>>.
Jesús había afirmado que la ceguera de los dirigentes es voluntaria (9,41); son los que, viendo la luz, optan por las tinieblas (12,42s). Las palabras y las obras de Jesús (15,24) les han dado la ocasión de rectificar. Él ha explicado sus obras, les ha expuesto su sentido y les ha hecho ver su propia incoherencia (5,19-47; 8,12-58; 9,39-10,38), pero la respuesta ha sido la oposición (8,48; 10,20), el intento permanente de matar a Jesús (5,16.18; 7,1.19.25.30.32.44; 8,20.37.40; 11,47ss; 12,10) y, en ocasiones, la violencia (8,59; 10,31.39), hasta llegar a la condena a muerte (11,53). Cometen la injusticia a sabiendas.
Este pasaje alude directamente al de 9,41, en el cual el pecado que los fariseos cometen al rechazar a Jesús prolonga un pecado ya existente. El pecado del mundo es anterior a la venida de Jesús, es la situación que él viene a suprimir (1,29 Lect.). Jesús ha denunciado la explotación que ejercían (2,16 Lect.); los dirigentes eran ladrones y bandidos antes de su venida (10,8); han creado un sistema que los hace tener por padre al <<Enemigo>> (8,44). Ese es el pecado que los llevará a la muerte (8,21) y del que no pueden salir si no es por la adhesión a Jesús (8,23).
El rechazo de Jesús, por tanto, es el pecado que da remate al que ya tenían y que consistía en la opción por sus propios intereses y en contra del hombre (8,23 Lect.).
Por eso afirma Jesús que su venida hace inexcusable su pecado. Su mensaje, que es el del Padre (14,24), en vez de hacerlos abandonar su injusticia los ha llevado a su oposición final contra Dios. Antes de Jesús no era tan evidente su mala fe; podía haber habido esperanza de conversión; ahora, en cambio, han cerrado voluntaria y definitivamente los ojos a la luz. Y esto se debe a lo dicho en 3,19: Los hombres han preferido la tiniebla a la luz, porque su modo de obrar era perverso. La presencia de la luz los ha llevado a confirmar para siempre su pecado. A sabiendas, prefieren sostener una ideología falsa (la tiniebla) que autoriza su injusticia, a reconocer la verdad que la denuncia y les exige desistir de ella.
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