martes, 16 de agosto de 2022

Jn 9,22

 Sus padres respondieron así por miedo a los dirigentes judíos, porque los dirigentes tenían ya convenido que fuera excluido de la sinagoga quien lo reconociese por Mesías.

La alegría natural por la curación del hijo no puede manifestarse. Impera el miedo. Tal es la situación del pueblo ante las autoridades (cf. 7,13). Los súbditos no deben tener opinión propia, sino depender de la declaración de los dirigentes (7,26). Estos pueden imponerla porque disponen de medios de coacción: tenían ya convenido que fuera excluido de la sinagoga. No dan razones, es un acto de pura autoridad. Se ve ahora por qué Jn ha cambiado la denominación <<los fariseos>> por <<los dirigentes>>; la decisión no es sólo farisea, pertenece al círculo de poder en su conjunto. Es curiosa la mención del Mesías en este lugar. La multitud de Jerusalén, al menos en gran parte, lo había reconocido por tal, y eso había alarmado a los fariseos, que, de acuerdo con los sumos sacerdotes, habían mandado prender a Jesús (7,31s.41). La incredulidad total era propia de los dirigentes (7,48; 8,19.25.53.59), aunque había partidarios del sistema que le daban crédito (8,31). Los representantes oficiales de Dios y de su Ley excomulgan al que reconoce en Jesús, que libera a los que ellos oprimen, al enviado de Dios, al Mesías.

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