<<Así, también vosotros ahora sentís tristeza, pero cuando aparezca entre vosotros os alegraréis, y vuestra alegría no os la quitará nadie>>.
El verbo traducido antes, me veréis aparecer (16,16.17.19), tiene ahora por sujeto a Jesús, que vuelve a ver a los suyos; indica así la nueva clase de experiencia y visión. El tema del gozo se une al del nacimiento y restauración en Is 66: <<Al verlo (el consuelo) se alegrará su corazón, y sus huesos florecerán como un prado>> (66,14); <<Antes de los espasmos dio a luz, antes que le llegaran los dolores ha dado vida a un varón ... ¿se da a luz a un pueblo de una sola vez? Apenas sintió los espasmos, Sión dio a luz a sus hijos>> (66,7s).
Aplica aquí Jesús claramente el tema de la tristeza-alegría a los acontecimientos de su muerte y resurrección. Las pone así en paralelo con la imagen que había usado: su muerte representa los dolores de parto; su resurrección, el nacimiento del hombre. Es a través de la entrega total como llega el hombre a su condición definitiva. En la vida de que goza Jesús a partir de su muerte culmina el designio creador. Lo que nace es el hombre; la condición de Jesús resucitado no deja, por tanto, de ser humana; al contrario, es la plenitud de existencia que Dios ha destinado al hombre.
Comienza así en Jesús la humanidad en su etapa definitiva. Hasta tal punto es importante para Jn subrayar este hecho, que lo llama <<el nacimiento del hombre>>. Se explica así su falta de interés por la genealogía de Jesús y por las circunstancias de su nacimiento en la carne (7,42 Lect.). El hombre alcanza su plenitud solamente cuando ha llegado a amar hasta el extremo (13,1).
La alegría será permanente. Una vez que los discípulos hayan visto el triunfo de la vida sobre la muerte, no habrá motivo de tristeza, la victoria es segura. El gozo de la comunidad estriba en la presencia de Jesús resucitado, signo de la vida invencible, experiencia de que no puede ser extinguida por el poder de la muerte. Es la muerte en cualquiera de sus modalidades, muerte en vida y muerte final, la única causa de tristeza. El poder, que representa y causa esa muerte (8,44; 16,2), es sembrador de tristeza. El sistema de poder se alegraba del aparente triunfo de la muerte sobre la vida; los discípulos se alegrarán del triunfo de la vida sobre la muerte.
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