Entonces le dijeron: <<¿Quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han mandado. ¿Cómo te defines tú?>>.
Acabado el interrogatorio, los enviados no han sacado nada en limpio. Esto crea la desazón y piden a Juan que se defina él mismo. No quieren volver sin haber obtenido alguna información. Se repliegan a la posición inicial y vuelvan a la pregunta genérica: ¿Quién eres?
Las autoridades esperan una respuesta clara para juzgar si Juan representa un peligro. No bastan sus declaraciones negativas ni el rechazo de toda pretensión mesiánica; querrán saber qué pretende con su actividad.
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