viernes, 26 de mayo de 2023

Jn 16,23a

 <<Ese día no tendréis que preguntarme nada>>.

Cuando llegue aquel día, comprenderán. Las preguntas que se han ido sucediendo en la Cena (13,36; 14,5.22; 16,19) mostraban que los discípulos no entendían el significado de la muerte de Jesús. La frase de éste muestra que no podrán entenderla mientras no tengan la experiencia del Espíritu. Ella responderá a todas las preguntas (14,20.26).

SÍNTESIS

Jesús se esfuerza por asegurar a sus discípulos que su muerte no es un fin, sino un principio. Su ausencia será breve y dará lugar a una presencia nueva, que no les faltará nunca. En la perícopa anterior les había prometido la ayuda del Espíritu en su enfrentamiento con el mundo. Pero el Espíritu hará presente a Jesús mismo.

En el discurso de Jesús aparecen dos planos superpuestos en relación con el tema de la muerte-fecundidad. En primer lugar, se refiere a su propia muerte, que producirá tristeza, pero no duradera; su fruto será el nacimiento del hombre nuevo.

En segundo lugar, lo que sucede con Jesús es ley para todos; para producir fruto abundante, el grano de trigo tiene que morir. La comunidad tiene que ser fecunda y, por tanto, conocerá sus momentos de muerte. En este plano, la realidad es más compleja, pues incluye las pruebas de cada individuo y las de la comunidad como tal. Cada uno tiene que pasar por su muerte, no sólo física, sino como propia entrega en favor del hombre. La comunidad conocerá sus momentos de persecución, que producirán dolor. A lo largo de la historia individual y colectiva, individuos y comunidades tendrán que morir para dar vida. Unos y otros tienen su hora como la de Jesús.

En medio del dolor hay alegría, que nace de la presencia de Jesús, de la certeza de su victoria y del fruto que nace.

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