sábado, 27 de mayo de 2023

Jn 16,32

 <<Mirad, se acerca la hora, y ya está aquí, de que os disperséis cada uno por vuestro lado y a mí me dejéis solo; aunque yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo>>.

Jesús muestra conocerlos mejor que ellos mismos. La inadecuación de su fe se va a mostrar muy pronto: cuando se enfrenten con la realidad de la muerte de Jesús. Se imaginan ser plenamente discípulos, antes de aceptar su muerte y recibir el Espíritu. Su fe es insuficiente: Adonde yo me marcho, vosotros no sois capaces de venir (13,33). Lo dejarán solo. Pero el Padre está con Jesús, y su presencia se manifestará más que nunca en ese momento, cuando todos lo hayan abandonado.

Jesús evoca la imagen del rebaño disperso. Los suyos lo dejarán solo. Ya una vez Jesús, ante la actitud de los discípulos, que pretendían hacerlo rey, se marchó solo al monte (6,15). Ellos lo abandonaron (6,17). Ahora, ante la realidad de su arresto y su muerte, que destruyen toda esperanza de triunfo terreno, se irán cada uno por su lado.

Será la figura de Pedro, que conserva la ilusión de un rey terreno, la que represente al máximo esta defección de los discípulos (18,10-11 Lects.). Ante el derrumbamiento de sus esperanzas, llegará a renegar de Jesús (18,15-18.25-27).

SÍNTESIS

En medio de la lucha futura, Jesús asegura a sus discípulos la permanencia del amor del Padre. El contacto de ellos con el Padre es inmediato en Jesús; él es la puerta del Padre al mundo y del hombre al Padre (1,51). Su mediación no se interpone, sino que acerca.

El amor del Padre llega directamente a los discípulos; él está presente en la comunidad como amigo, lo mismo que para cada miembro es compañero de vida (14,23). Es el Dios que da y que ayuda. Su gloria es su amor fiel al hombre (1,14).

La fe es incompleta mientras no se acepte a Jesús tal como se va a mostrar en su muerte. Mientras exista la esperanza del triunfo terreno, cuando llegue la prueba se le abandonará. Sólo comprendiendo que su victoria consiste en superar el odio con el amor, encuentra la fe su verdadero fundamento. No basta reconocer que Jesús procede del Padre, hay que saber que va con el Padre precisamente por su entrega total.

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Jn 21,24-25

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