<<Pues sí, os aseguro que vosotros lloraréis y os lamentaréis; el mundo, en cambio, se alegrará. Vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría>>.
Para describir el dolor de los discípulos y la violencia de la prueba usa Jesús los dos verbos clásicos para expresar el luto por un muerto; llorar y lamentarse. Mientras la comunidad estará de luto, el mundo estará alegre. Marca así el contraste con <<el mundo>> y, con ello, el espectáculo que se ofrece a la vista de todos: el triunfo del mundo sobre los discípulos. Como en todo el pasaje, se refiere en primer lugar a su propia muerte (20,11.13.15: llanto de María en el sepulcro), pero ésta será el paradigma de las pruebas sucesivas que habrá de sufrir la comunidad.
Inmediatamente, sin embargo, les anuncia el cambio de situación: vuestra tristeza se convertirá en alegría. Es la tristeza el sentimiento de la comunidad ante la prueba dolorosa. El contraste entre tristeza y alegría está en paralelo con el anterior: dejaréis de verme - me veréis aparecer (16,16).
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