<<Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros igual que yo os he amado>>.
El mandamiento que constituye la comunidad de Jesús y le da su identidad (13,34) es, al mismo tiempo, el fundamento de la misión. Jesús lo enuncia por segunda vez, ahora en relación con el fruto (15,16). Comunidad y misión no son dos cosas distintas ni separables: donde no existe la comunidad de amor mutuo, no puede existir la misión de Jesús. Como Jesús, en su actividad, manifiesta la presencia del Padre entre los hombres, así ha de hacerlo la comunidad; pero Dios sólo se hace presente y activo donde existe un amor como el de Jesús, expresado por su mandamiento. Tampoco se puede proclamar el mensaje del amor si no es apoyados en su experiencia, ni es posible ofrecer la alternativa al mundo injusto sin crear la nueva comunidad.
En el versículo anterior había hablado Jesús de <<sus mandamientos>> (15,10); el mandamiento ofrece la base para la actividad.
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