<<Vosotros sois amigos míos si hacéis lo que os mando>>.
En la alegoría de la vid describía Jesús la adhesión a él como inserción voluntaria y permanente (15,4). Explica ahora la adhesión en términos de amistad, fundada en el parecido con él que crea la práctica del amor. La amistad nace de la comunidad de ideal y de la común vivencia en la entrega a los demás.
Jesús ha pasado, por tanto, de la expresión metafórica local (15,4: seguís conmigo, insertados en la vid) a la relación personal (ser amigos): condición para <<el fruto>> es cumplir su mandamiento.
La amistad con Jesús se funda en la posesión del mismo Espíritu, que es su amor comunicado. No se puede ser amigo de Jesús si no es secundado el dinamismo del Espíritu, que lleva al amor de los hermanos.
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