<<así, cualquier cosa que le pidáis al Padre en unión conmigo, os la dará>>.
La dedicación a realizar las obras de Dios (9,4), que es la sustancia de la misión, pone a disposición de los discípulos la fuerza del Padre. A través de ellos se vierte el torrente de su amor, que ellos se afanan por manifestar. El Padre, en Jesús, les comunica su fuerza, capacitándolos para la misión liberadora. En 14,13 había expuesto la eficacia de la petición también en relación con la futura actividad de los discípulos, que no será menor que la suya. Ahora la pone en relación con el fruto; les asegura que el amor del Padre sostendrá siempre su actuación, para realizar su designio. En 15,7 expuso la condición: estar identificado con él y con su mensaje.
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