<<Hasta el presente no habéis pedido nada en unión conmigo; pedid y recibiréis, así estaréis colmados de alegría>>.
Esta manera de pedir no es posible mientras los discípulos no reciben el Espíritu que crea la unión con Jesús. Por eso les ha dicho anteriormente: os conviene que me vaya; sólo entonces podrán recibirlo (16,7; cf. 14,16). Los exhorta a pedir con la seguridad de recibir. El Padre concede todo a sus hijos; bajo la multiplicidad de sus dones, les expresa y comunica su amor.
La experiencia del Padre asequible y generoso da a la comunidad en medio del sufrimiento una alegría colmada que nadie puede quitarle (16,22); tiene la certeza de poseer la riqueza de Dios, aunque viva bajo la amenaza de ser desposeída de los bienes e incluso de la vida.
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