sábado, 27 de mayo de 2023

Jn 17,1c

 <<Manifiesta la gloria de tu Hijo, para que el Hijo manifieste la tuya>>.

Como había hecho al superar su crisis (12,27), Jesús vuelve a pedir al Padre que se realice el acontecimiento salvador, la manifestación de su gloria-amor. Tiene prisa por manifestar a la humanidad su propio amor y el del Padre. Ambos son una misma gloria, la del Padre comunicada enteramente a Jesús (1,14). Pide que brille en todo su esplendor, con el don de su propia vida (10,18), ese amor sin límite, capaz de vencer incluso el odio que históricamente lo lleva a su muerte (15,18-25). Manifestando su amor, quiere Jesús dar a conocer el Padre a los hombres (17,26).

Sigue Jn insistiendo en la idea del verdadero Dios, aquel que está dispuesto a darlo todo por el hombre (3,16) para que llegue a su plenitud (1,1c). Lo que Jesús había anticipado en el lavado de los pies, el servicio del hombre hasta la muerte (13,4 Lect.), es lo que va a cumplir ahora en unión con el Padre. Jesús manifestará su gloria-amor entregándose a la muerte; el Padre manifestará la suya dando vida (= el Espíritu) por medio de Jesús (13,32 Lect.).

Al pedir al Padre que manifieste la gloria de su Hijo, Jesús muestra el carácter dinámico de la comunicación de la gloria-amor. Ésta no es un bien transmitido de una vez para siempre y que actúa independientemente de su fuente; al contrario, la comunicación es incesante, ininterrumpida, como expresión continua del amor del Padre al Hijo. Jesús no puede manifestar su propia gloria sin el acuerdo del Padre, porque lo que manifiesta es la gloria que el Padre le está comunicando. Se ve, pues, que la expresión 1,32s: He contemplado al Espíritu ... y se quedó sobre él, no significaba que ese Espíritu se separaba del Padre para quedar en Jesús, sino que, desde aquel momento, la comunicación total del Espíritu del Padre a Jesús no sufre interrupción alguna.

Al ser inseparables el amor del Padre y el de Jesús, no existe ya en Jesús un amor humano que no sea divino, ni el Padre manifiesta un amor que no sea al mismo tiempo humano. Es el amor divino expresado en carne y el amor humano con dinamismo divino.

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Jn 21,24-25

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