<<Cuando la mujer va a dar a luz se siente triste, porque le ha llegado su hora; pero, cuando nace el niño, ya no se acuerda del apuro, por la alegría de que ha nacido un hombre para el mundo>>.
<<La mujer>>, que por estar determinada se convierte en tipo, es aquí figura de la humanidad, como la embarazada de Is 26,17 es imagen del pueblo y en 66,8, es la ciudad de Sión quien da a luz a sus hijos.
En contexto de creación, la imagen evoca a Eva, la madre de los vivientes; se alude en este pasaje al nacimiento de una nueva humanidad, a un nuevo comienzo, que será señalado por Jn con la mención del primer día de la semana (20,1) y del huerto-jardín (20,15).
El tema de la creación recorre todo el evangelio a partir del prólogo (1,1ss; 5,17 Lect.). La salvación que trae el Mesías se concibe en términos de creación acabada (3,5-6 Lects.), que comienza la etapa definitiva (6,39 Lect.). Este tema se entrelaza, sin embargo, con el de la nueva alianza (1,17 Lect.) expresado con la imagen nupcial frecuente en los profetas (2,1; 3,29 Lects.; cf. 12,1ss; 20,1ss).
Al comenzar su misión, Jesús fue presentado por Juan Bautista como <<el Esposo>> que lleva a la esposa, refiriéndose al día de la boda; esto causaba la alegría de Juan al ver cumplida la expectación de Israel, la promesa de una alianza nueva (3,29 Lect.). En este pasaje, al final de la misión de Jesús, la mención de la mujer que da a luz evoca la fecundidad de aquella boda; la alegría se debe al fruto de la nueva alianza, el final de la creación del hombre (4,36; 15,11 Lect.), expresado en términos de nacimiento (cf. 3,3.5.6).
La comparación que pone Jesús alude al mismo tiempo a Is 26,14ss: <<Los muertos no vivirán, las sombras no se alzarán ... Multiplicaste el pueblo, Señor, ... manifestando tu gloria, ensanchaste los confines del país ... Como la embarazada, cuando le llega el parto, se retuerce y grita de dolor, así éramos en tu presencia, Señor ... Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo. Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras dará a luz>>.
El texto profético usa la imagen del parto en relación con una resurrección de muertos. En boca de Jesús, señala no sólo su propia resurrección, sino la que el hombre experimenta al salir de la opresión, que es muerte (5,21). El texto de Isaías incluye los temas de la manifestación de la gloria de Dios (v.20: Jn 16,18 Lect.).
La imagen del parto se sitúa en la misma doble perspectiva: la muerte-resurrección de Jesús y la tristeza-alegría de los suyos. La persecución y la muerte son prenda de resurrección y vida.
Esta imagen está en relación con la del grano que cae en tierra y muere (12,24). En ambos casos se refiere directamente a Jesús, pero se aplica consecuentemente a su comunidad; en uno y otro pasaje, el contexto es de misión. Las dos imágenes tienen en común un aspecto negativo (muerte-tristeza) y otro positivo (fecundidad) consecuencia del primero.
La mención de <<la hora>> de la mujer recoge el tema de <<la hora>> de Jesús, en su doble aspecto: el negativo, como muere, desenlace de la persecución provocada por el odio (7,30; 8,20; 12,23.27), a la que hace alusión <<el apuro>>, y el positivo, como manifestación suprema del amor de Dios (12,23.28) y paso de Jesús al Padre (13,1).
La imagen del parto precisa en qué consiste el fruto del grano de trigo y el mencionado a partir de 15,2: es el hombre nuevo, el que posee la vida nueva y definitiva. Nace como fruto de un despojo, expresado en términos de muerte o de dolor. Jesús va a dar su vida para crear al hombre nuevo; también el sufrimiento de los suyos, perseguidos por el orden injusto, son dolores de parto de la nueva humanidad. No hay por qué restringir en este pasaje el sentido de <<el mundo>>; denota la creación entera. El hombre nuevo nace para la creación (ha nacido un hombre para el mundo); ésta encuentra su estado definitivo precisamente en la nueva condición del hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario