lunes, 1 de mayo de 2023

Jn 15,3

 <<Vosotros estáis ya limpios por el mensaje que os he comunicado>>.

Los discípulos están limpios, como había afirmado Jesús (13,10). Hay, por tanto, una limpieza inicial y otra de crecimiento. La primera se realiza al insertarse en la vid separándose del orden injusto, lo que, por parte del discípulo, requiere la decisión de poner en práctica el mensaje de Jesús (8,31 Lect.). La segunda, hecha por el Padre, mira a la fecundidad de esa inserción. Ellos, que han aprendido el mensaje, pueden ya empezar a dar fruto. El discurso, que expone la realidad de la comunidad en el mundo como sociedad nueva y alternativa que comienza con Jesús, vale para toda época.

El término <<limpio>>, que en lenguaje religioso se traduce por <<puro>>, pone este pasaje en relación con las purificaciones mencionadas en la escena de Caná (2,6) y en la de los discípulos de Juan Bautista (3,25); además, con el lavado de los pies (13,10s). Las tinajas vacías de Caná eran una falsa promesa de purificación; en aquella escena prometió Jesús la purificación por el Espíritu (el vino nuevo) (2,8-9 Lects.). En el episodio de los discípulos del Bautista, el bautismo de éste venía erróneamente interpretado como una purificación ritual, mientras su significado era la ruptura con el orden injusto (3,25 Lect.); esa ruptura es la condición para ser purificado, puesto que el pecado consiste en pertenecer a ese orden (8,23 Lect.). En la Cena, en respuesta a la mala interpretación de Pedro, explicó Jesús a los discípulos que no les lavaba los pies para purificarlos, pues ya estaban limpios (13,10-11 Lects.). En este pasaje se menciona por última vez el tema y se atribuye la limpieza al mensaje recibido y aceptado.

Puede ahora hacerse la síntesis de estos datos dispersos. La purificación la produce la opción por el mensaje de Jesús, que es el del amor. Éste separa del mundo injusto y quita, por tanto, el pecado. El mensaje, al mismo tiempo, en cuanto se hace realidad en la vida del discípulo, se identifica con el Espíritu, el dinamismo del amor. Quien, dócil al Espíritu, toma el amor activo por norma de vida (14,21: los mandamientos), está puro, y la actividad de su amor lo purifica cada vez más. En referencia al lavado de los pies, no es el ser lavado lo que purifica, sino el lavar los pies a los demás; quien demuestra su amor, queda limpio.

Aspecto positivo del concepto <<puro/limpio>> era ser agradable a Dios y tener acceso a su presencia: sólo el que practica el amor a los demás agrada a Dios (14,23: mi Padre le demostrará su amor); y no sólo tendrá acceso a Dios, sino que el Padre vendrá a habitar con él (14,23).

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Jn 21,24-25

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