lunes, 1 de mayo de 2023

Jn 15,4

 <<Quedaos conmigo, que yo me quedaré con vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí solo si no sigue en la vid, así tampoco vosotros si no seguís conmigo>>.

Jesús exhorta a los discípulos a renovar su adhesión a él, en función del fruto que han de producir. La unión con Jesús no es algo automático ni ritual: pide la decisión del hombre, y a la iniciativa del discípulo responde la fidelidad de Jesús (yo me quedaré con vosotros). Esta unión mutua entre Jesús y los discípulos, vistos aquí como grupo, será la condición para la existencia de su comunidad, para su vida y para el fruto que debe producir. Su comunidad no tendrá verdadero amor al hombre sin el amor a Jesús (14,15: Si me amáis, cumpliréis los mandamientos míos), y sin amor al hombre no hay fruto posible.

El sarmiento no tiene vida propia y, por tanto, no puede dar fruto de por sí, necesita la savia, es decir, el Espíritu comunicado por Jesús. Interrumpir la relación con Jesús significa cortarse de la fuente de la vida y reducirse a la esterilidad. La ausencia de fruto delata la falta de unión con Jesús (21,3b Lect.).

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