<<Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador>>.
La vid o viña era el símbolo de Israel como pueblo de Dios. Así Sal 80,9: <<Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los paganos y la trasplantaste; le preparaste el terreno y echó raíces hasta llenar el país>>. La equivalencia vid/viña aparece en vv. 15s: <<Ven a inspeccionar tu viña, la cepa que tu diestra plantó>>. Entre otros textos, Is 5,1.7: <<Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña: Mi amigo tenía una viña en fértil collado ... La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel>>; Jr 2,21: <<Yo te planté, vid selecta de cepas legítimas, y tú te volviste espino, cepa borde>>; Ez 19,10-12: <<Tu madre es como vid sarmentosa plantada al pie del agua: produjo fronda y fruto por la abundancia del agua ... destacaba por su altura, por su abundancia de sarmientos. Pero la desceparon con rabia y la tiraron por tierra, y el viento solano secó su fruto>> (cf. Os 10,1; 14,8; Jr 6,9; Ez 17,5-10).
La afirmación de Jesús se contrapone a los textos del AT. Él es la vid verdadera, el verdadero pueblo de Dios, formado por la vid con sus sarmientos. No hay más pueblo de Dios que el que se construya a partir de Jesús. Continúa el tema de la sustitución, comenzado en la escena de Caná (1,1-11). Él ha sido designado como la luz verdadera, que se opone a la Ley (1,4-9; cf. 8,12), el verdadero pan del cielo, en contraposición al maná (6,32). Ahora se define como el verdadero pueblo de Dios.
Como en el AT, es Dios, el Padre de Jesús, quien ha plantado esta vid. Él mismo la cuida (cf. Is 5,1-7), demostrándole su amor. La viña es cosa del Padre, porque es la comunidad que él ha fundado. Las imágenes vid/viña son equivalentes. Jn utiliza vid para mostrar su unidad y su único origen en Jesús.
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