jueves, 19 de agosto de 2021

Jn 1,21a

 Le preguntaron: <<Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías>>. Contestó él: <<No lo soy>>.

La primera declaración de Juan ha resuelto la cuestión principal, pero de forma puramente negativa, dejando abiertas otras posibilidades; por eso continúa el interrogatorio. La comisión, tranquilizada ya respecto a su primera sospecha, puede ser más específica: ¿Eres tú Elías? El modo de introducir la pregunta (Entonces, ¿qué?) indica desorientación; esto prueba que era precisamente el temor de que Juan fuese o se declarase Mesías lo que había determinado el envío de la comisión. El diálogo se acelera, las respuestas son cada vez más breves, hasta terminar con un escueto y seco <<No>>, que bloquea el interrogatorio y deja desconcertados a los inquisidores.

Según Mal 3,22ss, Elías debía preparar la venida del día del Señor (Yahvé), interpretada en el siglo I como la del Mesías, al que se aplicaba el nombre de <<Día>>: <<Recordad la Ley de Moisés, mi siervo, los preceptos y mandatos para todo Israel que yo le encomendé en monte Horeb. Y yo os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible: reconciliaré a padres con hijos, a hijos con padres, y así no vendré yo a exterminar la tierra>>.

Si ésta era la concepción del tiempo, que asociaba la vuelta de Elías con la fidelidad a la Ley de Moisés, como preparación a la llegada del Mesías, Juan no puede identificarse con aquel profeta. Él es precursor (1,15: llega detrás de mí) del Mesías que fundará una alianza nueva (1,15.27), y no puede estar de parte de la antigua (cf. 1,17). Él ha venido a avivar el deseo de la vida/luz, que precisamente se opone a la pretendida luz de la Ley de Moisés (1,4 Lect.). Pero hay aún una razón más profunda para la actividad de Juan: él no se atribuye ninguna función que pueda centrar la atención en su persona. Sus tres respuestas son meramente negativas, y cuando le piden que se defina positivamente, evita decir incluso <<yo soy>> (1,23: Yo, una voz). Juan no busca su gloria (cf. 5,41), no viene en su propio nombre, por eso no lo aceptan (cf. 5.44). Su misión es meramente un testimonio; él no busca manifestarse, ha venido para que Jesús se manifieste a Israel (1,31). Fuera de este episodio (1,25), no habrá ninguna otra mención de Elías en este evangelio.

Elías tenía una función positiva de reconciliación y de restauración de la unidad dentro de las instituciones de la Ley. El bautismo de Juan será, por el contrario, una señal de ruptura.

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Jn 21,24-25

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