domingo, 29 de agosto de 2021

Jn 2,17

 Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: <<La pasión por tu casa me consumirá>>.

La primera reacción al gesto de Jesús es la de los discípulos, que aparecen como espectadores de la escena y la asocian con el texto de Sal 69,10 (LXX 68,10; salmo usado con sentido mesiánico en 15,25 y 19,28s). Como en otras ocasiones, Jn adapta el texto, cambiando aquí el pasado (LXX) por el futuro (la pasión por tu casa me consumió/consumirá). El futuro que los discípulos ponen en el antiguo texto señala el presente de Jesús. La palabra clave es <<celo>> (gr. zêlos, interés, ardor, pasión), de la que derivaron el adjetivo <<zelota>>, el observante y defensor acérrimo de la Ley (2 Mac 4,2) y el verbo correspondiente (confróntese 1 Mac 2,26.27.50.58). Tal apelativo caracterizó a los nacionalistas fanático que fomentaron la guerra contra los romanos hasta la destrucción de Jerusalén (70 d. C).

Sin embargo, en el AT, el <<celo>> se asocia particularmente con el profeta Elías y puede decirse que es su característica. En el episodio del monte Horeb responde así a Dios, que lo interpela: <<Me consume el celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derruido tus altares y asesinado a tus profetas>> (1 Re 19,10.14). Dios le encarga entonces consagrar reyes y un profeta sucesor suyo que castiguen a los prevaricadores (1 Re 19,15-18). La matanza final, en cumplimiento de este encargo, se narra en 2 Re 10, 1-28 (cf. v.17).

El celo violento de Elías queda retratado en Eclo 48,1-11: <<Entonces surgió un profeta como un fuego, cuyas palabras eran un horno encendido: les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó ... ¡Qué terrible eres, Elías! ¿Quién se te compara en gloria?>>.

Precisamente en relación con el templo aparece en Mal 3,1ss el mensajero de la alianza, que había de purificarlo, restableciendo el culto auténtico. Este mensajero había de preparar el camino del Señor. Después del reproche por la falta de observancia de la Ley (3,7ss) y la exhortación a practicarla (3,22), se pone en paralelo el envío de Elías, antes del día del Señor (3,23s), con el del primer mensajero (3,1).

Estos datos, asociados al concepto de <<celo/pasión>>, permiten la interpretación del gesto de Jesús como el de un Mesías animado por el celo de Elías y reformador de las instituciones centradas en el templo. Así lo interpretan los discípulos, seguidos más tarde por los muchos que darán su adhesión a Jesús en Jerusalén (2,23-25) y, en particular, en el aspecto de Mesías-maestro, custodio e intérprete de la Ley, por el grupo fariseo representado por Nicodemo (3,1ss).

La interpretación que dan los discípulos responde a datos ya encontrados. Según la declaración de Felipe a Natanael, Jesús era el Mesías según la Ley y los anuncios proféticos (1,45). No es extraño, por tanto, que vean en su gesto la afirmación del ideal nacionalista y en su persona al sucesor de David (1,49) que había de purificar las instituciones y ocupar el poder en Jerusalén.

Pero Jesús no se presenta como un reformista, él no pretende apoderarse del templo ni destituir a sus autoridades. Denuncia la situación para hacer comprender al pueblo el verdadero carácter del culto oficial. Él viene a sustituirlo, ya que la nueva alianza va a tomar el puesto de la antigua, a la que pertenecía el templo. Así lo ha anunciado al expulsar a las ovejas. No va a restaurar la pureza de las instituciones. Éstas han de desaparecer ante la nueva realidad, la manifestación plena y definitiva de la gloria/amor de Dios en él.

         

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