entre vosotros se ha hecho presente, aunque vosotros no sabéis quién es, el que llega detrás de mí.
El personaje a quien mira su bautismo está ya presente, pero ellos no se han dado aún cuenta de su presencia. De lo contrario, el interrogatorio de Juan habría sido superfluo. No lo conocen ahora, antes de su manifestación, ni lo conocerán nunca (8,19). Los fariseos no pueden reconocer el Espíritu (3,8; cf. 8,14); las palabras de Juan suenan a profecía de lo que va a suceder. Aunque no se ha identificado con Elías, Juan se proclama precursor del Mesías que viene.
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