Les dijo: <<Venid y lo veréis>>.
Jesús accede inmediatamente a la petición implícita en la pregunta, haciendo a su vez una invitación, la de ver por ellos mismos, experimentar la convivencia con él. Es en ella donde han de encontrar la respuesta a su búsqueda. Esto muestra que tal petición era la que convenía hacer. Para el discípulo, lo primero es entrar en la zona donde está Jesús (17,24: quiero que también ellos ... estén conmigo donde estoy yo, para que contemplen mi gloria; cf. 14,3).
Jesús reside en el lugar donde él ha acampado (1,14) y es allí donde brilla la gloria, el amor leal, que se identifica con el Espíritu que ha recibido (1,32ss). Él está en la zona de la vida, donde Dios está presente entre los hombres. Por eso este lugar no puede conocerse por mera información, sino solamente por experiencia personal: Venid y lo veréis. La visión es tema central en este evangelio en relación con la manifestación de la luz-gloria; equivale a la experiencia de la vida-amor contenida en las metáforas precedentes. El lugar donde vive Jesús es la antítesis de la tiniebla-muerte (cf. 8,12).
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