jueves, 19 de agosto de 2021

Jn 1,28

 Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

La localización de Betania es hasta tal punto insegura, que puede dudarse que haya nunca existido en este lugar una localidad de tal nombre. Orígenes, ante la imposibilidad de identificarla (ya en el siglo III), prefirió como lectura Bethabara, <<el lugar del paso>>, apenas atestiguada, en lugar de Betania, que puede interpretarse como <<el lugar de la barca / el embarcadero>>.

Sin embargo, la localización, real o simbólica, es de gran importancia en el relato evangélico, pues será a este lugar donde Jesús se retire en la última etapa de su éxodo (10,40-42; 11,1 Lect.) y donde constituya su comunidad (10,40-42).

Jesús hará suyo el lugar en que ahora se encuentra Juan Bautista. La expresión a otro lado del Jordán recuerda el paso del río efectuado por Josué para entrar en la tierra prometida. Para anunciar la liberación que efectuará el Mesías, Juan se coloca en un territorio que evoca esa tierra. Sólo que ahora la tierra prometida se encuentra fuera de los confines de Israel, es decir, fuera de las instituciones judías (6,1 Lect.). La localización de Juan confirma, pues, la interpretación de su bautismo: ruptura con las instituciones y adhesión a la esperanza del liberador que llega.

SÍNTESÍS

En el ambiente tenso de la Palestina del siglo I, en medio de la expectación de un liberador, agudizada por la dominación extranjera y la miseria reinante, aparece la figura de Juan Bautista, que atrae seguidores, anunciando la llegada inminente del Mesías y pidiendo la adhesión a él. Como signo externo de esa adhesión usaba la inmersión en agua, bautismo que significaba una ruptura pública con la situación y un anhelo de cambio, centrado en la persona del Mesías.

Este movimiento popular alarma a las autoridades centrales, religioso-políticas, que envían una comisión para investigar, con ánimo de detener a Juan si pretende atribuirse esa misión. Desconcertados por sus negaciones, pues Juan no se identifica con ninguno de los personajes esperados, reciben, como respuesta a su insistencia, un mensaje de denuncia. Son ellos los culpables de la situación, los que impiden la obra liberadora de Dios. Juan les da, además, una noticia inquietante: el Mesías no es él, pero está ya presente y va a iniciar la época nueva, respondiendo al anhelo del pueblo.

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