Estaba cerca la Pascua de los Judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Es la primera de las tres Pascuas que se mencionarán en el evangelio (cf. 6,4; 11,55). La Pascua era una de las fiestas que requerían la peregrinación a Jerusalén, la capital. Aunque, en la primera época de Israel, era una fiesta familiar, después de la centralización del culto se había obligado a sacrificar el cordero en el templo, y todos los israelitas mayores de doce años estaban obligados a ir a la capital. Acudían también judíos del extranjero. En tiempo de Pascua, Jerusalén aumentaba considerablemente su población. Siendo de unos 55 000 habitantes, podía recibir como media hasta 125 000 peregrinos por Pascua. El total aproximado de víctimas pascuales que se sacrificaban eran de 18 000. El año 6 d. C la Pascua fue la ocasión para el levantamiento de Judas Galileo; era, pues, momento propicio para la exaltación política nacionalista.
La denominación usual en Jn, <<la Pascua/la fiesta de los Judíos>>, es intencionada. No se encuentra nunca en el AT, donde siempre es <<la Pascua o la fiesta del Señor>>. El sentido peyorativo que tiene ordinariamente en Jn la expresión <<los Judíos>> muestra la intención del evangelista. Se trata de la fiesta oficial, regida y utilizada por las autoridades. La denominación <<de los Judíos>> aparecerá en 5,1; 6,4; 7,2 y, por última vez, en 11,55. Se aplica, por tanto, a tres Pascuas (2,13; 6,4; 11,55) y a dos fiestas intermedias (5,1, no especificada; 7,2, la fiesta de las Chozas). Cada fiesta oficial desencadenará un conflicto entre los judíos del régimen y Jesús, respondiendo a menudo a una acción de éste. Las antiguas fiestas israelitas, celebradas en honor de Dios, en las que el pueblo era protagonista, han pasado a ser fiestas oficiales, impuestas, donde el pueblo no tiene nada que celebrar, dada la opresión en que se encuentra. Esto será visible sobre todo en 5,1 y 6,4. A partir de 11,55, última mención de la Pascua de los Judíos, esta fiesta se llamara simplemente <<la Pascua>>, puesto que va a ser la Pascua de Dios, en la que será inmolado el Cordero de Dios.
La Pascua, en su origen, había sido la fiesta de la liberación de Egipto, celebrando el fin de la esclavitud y la fundación de Israel como pueblo. La denominación <<de los Judíos>>, que la hace fiesta del régimen opresor, muestra que su sentido se ha desvirtuado: ya no queda más que la fachada de la fiesta, el pueblo ha vuelto a la esclavitud. Será Jesús quien proponga su Éxodo en la segunda Pascua (6,4) y lo lleve a efecto con su pasión y muerte (18,1 Lect.). Él será el liberador que haga entrar a los suyos en la tierra prometida (6,49 Lect.).
Esta denominación peyorativa crea también una distancia. Esta Pascua no lo es para Dios ni para Jesús; tampoco para los destinatarios del evangelio, que descubren su verdadera índole. Jn distancia al lector de las fiestas, como Jesús se distancia de la Ley judía (7,19: Moisés os dejó la Ley; cf. 8,17; 15,25), que las fundaba.
Jesús escoge una ocasión clamorosa para comenzar su vida pública y revelar su mesianidad. Al estar Jerusalén llena de peregrinos, su actuación tendría inmediatamente resonancia a escala nacional.
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