Felipe le contestó: <<Ven a verlo>>.
Ante el escepticismo de Natanael, Felipe se remite a la experiencia. Invita a Natanael con palabras casi iguales a las que usó Jesús para invitar a los dos discípulos de Juan a ver dónde vivía. Sin embargo, aquí la invitación se refiere a la persona, no al lugar. Los discípulos de Juan, instruidos ya acerca de la persona de Jesús (1,35), pueden dar el segundo paso, ver dónde vive y quedarse a vivir con él, en la esfera del Espíritu. Los que no conocen a Jesús tienen primero que conocerlo. Nótese que Jesús nunca se define a sí mismo: el contacto con él irá haciendo comprender su persona. Aunque la idea que el discípulo se haga esté equivocada, él espera y los va instruyendo con el mismo desarrollo de los acontecimientos. En fin de cuentas, serán su muerte y su resurrección las que hagan comprender (2,22; 12,16).
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