domingo, 2 de julio de 2023

Jn 18,14

 <<Era Caifás el que había persuadido a los dirigentes judíos de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo>>.

Subraya Jn que había sido Caifás ejecutor del propósito del verdadero dueño (8,44: y queréis realizar los deseos de vuestro padre), que inspira la estrategia de la institución. Resalta de nuevo el doble sentido de su dicho profético (11,51), que, por un lado, expresaba el designio homicida de la institución enemiga de Jesús (8,40.44; 11,53) y, por otro, el designio del Padre, según el cual la muerte de Jesús fundaría el pueblo de la nueva alianza (11,52).

Esta cita del dicho de Caifás revela el sentido del prendimiento de Jesús: quieren dar ejecución al acuerdo del Consejo (11,53). Es el último paso; por eso no se celebrará juicio alguno ante Anás.

Al mismo tiempo, la aproximación entre el título <<el Nazareno>>, que designa al ascendiente de David (18,5 Lect.), y la muerte <<de un solo hombre>>, alusión a David (18,5 Lect.), señalan al Rey-Pastor anunciado: <<Les daré un pastor único que las pastoree: mi siervo David; él las apacentará, él será su pastor>> (Ez 34,23), el que da la vida por las ovejas (10,11). Se prepara así la explicación de la realeza de Jesús, que será el tema de la secuencia siguiente (18,28-19,22).

SÍNTESIS

Jesús se entrega voluntariamente a sus enemigos, que son los del hombre; va a dar su vida por el pueblo, para eliminar el pecado del mundo (1,29), la esclavitud que imponen los que van a prenderlo.

Se pone de relieve el despliegue de fuerzas y la complicidad de todos los poderes. Judas, el discípulo enemigo, se hace cabecilla de los agentes de muerte.

Pedro se muestra partidario de la lucha armada, para la que va preparado. No entiende a Jesús ni el sentido de su entrega. No ve en su muerte el acontecimiento salvador, la manifestación del amor de Dios que desea comunicar vida al hombre. No comprende que Jesús no pretende tomar el puesto de la institución existente, sino presentar, ante el odio y la violencia, la alternativa del amor; por eso quiere Pedro responder al mundo con sus mismas armas y en su mismo terreno. Considerando a Jesús un rey al estilo de este mundo, cree que ha de ser defendido, mientras es Jesús quien, al dar su vida, lo defiende a él.

Dios no necesita en este mundo apologías ni protectores de ningún tipo. Pretender defenderlo es arrogancia; lo único válido es repetir su gesto, entregar la vida por amor al hombre.

Se anuncia ya el fracaso del mundo. En el acto de prender a Jesús, sus agentes son humillados y derrotados. Al entregarse, Jesús anula su poder.

En el sumo sacerdotes Anás, el poder oculto que mueve los hilos de la conspiración contra Jesús, aparece personificada la figura de <<el Enemigo>>; encarna el poder del dinero, del cual Judas era mero instrumento.

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