martes, 4 de julio de 2023

Jn 18,26-27

 Le dijo uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente del otro a quien Pedro cortó la oreja: <<¿No te he visto yo en el huerto con él?>>. De nuevo negó Pedro, y en seguida cantó un gallo.

Segunda mención del corte de la oreja, después de las escenas en que se nombra a Anás y Caifás. Le pregunta uno que fue testigo de su acto de violencia contra el representante del sumo sacerdote (18,10). Pedro se acobarda, no se atreve a enfrentarse con la autoridad. Aquel gesto significaba su ruptura con la institución; ahora no se atreve a condenarla.

En cuanto niega por tercera vez, la definitiva, canta el gallo. Por cantar en la noche, se consideraba el gallo animal diabólico, su canto es el grito de victoria de la tiniebla. Cuando Pedro ha renegado de Jesús, renunciando a la vida, y se ha integrado en el grupo de los sometidos, la tiniebla ha triunfado (6,17).

El pleno sentido de esta perícopa aparecerá en 21,15ss donde a esta triple negación corresponderán las tres profesiones de amor a Jesús, y a su negativa a seguirlo, el encargo del pastoreo, que equivale a seguirlo hasta la muerte.

SÍNTESIS

Se establece en esta perícopa el contraste entre la actitud de Jesús y la de Pedro, a quien se opone también la figura del discípulo que acompaña a Jesús.

Pedro había recurrido a la violencia, Jesús se entrega voluntariamente en manos de sus enemigos. Ahora, mientras Jesús, manifestando su libertad, da testimonio ante el mundo hostil, sin retractar nada de su actividad anterior, sino remitiendo a ella, Pedro por miedo, reniega de su condición de discípulo, es decir, de su pasado de adhesión a Jesús. Éste, aunque maniatado, es libre; Pedro, que está en libertad, está atado por el miedo. El que creía en la violencia, la teme.

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