lunes, 3 de julio de 2023

Jn 18,15b

 <<El discípulo aquel le era conocido al sumo sacerdote y entró junto con Jesús en el atrio del sumo sacerdote>>.

La frase: ... y otro discípulo. El discípulo. El discípulo aquel le era conocido al sumo sacerdote, repite innecesariamente la condición de discípulo; habría bastado señalar al personaje con un pronombre: <<éste>> (houtos). Un caso parecido se tiene en la mención siguiente: Salió entonces el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote. Esta redundancia indica que el discípulo era conocido, en cuanto tal, de la máxima autoridad judía.

La indicación del evangelista: El discípulo aquel le era conocido al sumo sacerdote, alude al dicho de Jesús: En esto conocerán todos que sois discípulos míos: en que os tenéis amor entre vosotros (13,35). Este discípulo lleva el distintivo propio de los que son de Jesús. Se completa así su figura: experimenta el amor de Jesús (13,23), corresponde a ese amor (entró junto con Jesús en el atrio del sumo sacerdote), cumple el mandamiento de Jesús (13,34s). Es el modelo de discípulo.

Dado el alcance universal que Jesús atribuye al testimonio del amor mutuo (13,35: conocerán todos), no tiene nada de extraño que el evangelista extienda ese conocimiento al mismo sumo sacerdote, sobre todo si se tiene en cuenta que éste resume en su persona la institución judía (12,10 Lect.).

La insistencia de Jn en que era conocido como discípulo subraya el peligro que corre en aquel lugar; al afrontarlo, demuestra su amor a Jesús. Ha comprendido el dicho de éste: Despreciar la propia vida en medio del orden éste es conservarse para una vida definitiva (12,25).

Como Jesús, el discípulo es objeto del odio del <<mundo>> (7,7; 15,18-19), representado por la autoridad suprema. Sin embargo, inseparable de Jesús, entra junto con él, aceptando plenamente el riesgo, consecuencia inevitable de su seguimiento (15,20).

El verbo <<entrar>> (10,1.2: eiserkhomai; 18,15: suneiserkhomai), junto con la mención del <<atrio>>, ponen a este episodio en relación con 10,1-5. El paralelo entre los dos pasajes quedará confirmado por la mención de <<la puerta>> (10,1.2; 18,16) y la del <<portero/portera>> (10,3; 18,16.17).

El atrio del sumo sacerdote equivale, pues, al atrio de las ovejas (10,1), donde éstas son explotadas y sacrificadas (2,14-15; 10,10), con evidente alusión al templo, símbolo de la institución judía, denunciado por Jesús en su primera visita a Jerusalén (2,16 Lect.). El sumo sacerdote, figura del Enemigo, es el alma del templo explotador. Como pastor, Jesús entra en la institución para dar la vida por las ovejas (10,11) y sacarlas así de la opresión (10,3-4). De ahí que Jesús no <<sea conducido>> (18,13) dentro del palacio, sino que <<entre>>, mostrando una vez más la libertad de su decisión (10,1.2).

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