Le replicó Jesús: <<No estaría en tu mano hacer nada contra mí si Dios no te dejara>>.
Afirma Jesús el absoluto respeto de Dios por la libertad: cada uno es responsable de su opción en favor o en contra del hombre. Pero ésta se identifica con la opción en favor o en contra de Dios.
El juez va a elegir entre la vida y la muerte. Su sentencia sobre Jesús será su propia sentencia (3,17).
Pilato ha anunciado su doble posibilidad: dar libertad y matar. Jesús recoge solamente la segunda, la opción mala. Para hacer bien al hombre tiene el apoyo de Dios (3,21); para quitar la vida, no.
El dicho de Jesús a Pilato: si Dios no te dejara, concuerda con la que Jesús mismos hizo con el traidor durante la Cena: mojando el trozo, que representaba su propia persona y su propia vida, se lo dio a Judas (13,26), poniendo así su vida en sus manos. En ese momento se enfrentó Judas con su opción definitiva: tenía que elegir entre dar su adhesión a Jesús o entregarlo. Jesús no presionó su libertad ni impidió su decisión; el hombre tiene que elegir su camino y hay que darle esa posibilidad aun a costa de la propia vida. Judas cogió la vida de Jesús para entregarla (13,30 Lect.). Este muestra ahora que la actitud de Dios con el hombre es igual a la suya. Con Jesús y en Jesús, Dios ofrece a todos su amor incondicional, pero no fuerza la respuesta.
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