<<Entonces, al fin, se lo entregó a ellos para que fuese crucificado>>.
Pilato acaba traicionando al hombre como los demás: se lo entregó, la misma expresión usada para significar la traición de Judas (18,2) y la de los dirigentes judíos (18,30.35). Al ver su poder en peligro, sacrifica al hombre.
Los judíos se profesan fieles al emperador, mientras han puesto en cuestión la fidelidad de Pilato. Al oír mencionar por segunda vez al César, Pilato, entre el hombre y el opresor, opta por éste. Ahí está su traición. Como <<los Judíos>>, prefiere la gloria humana a la que viene de Dios sólo (5,44; 12,43).
SÍNTESIS
La sentencia contra Jesús pone al descubierto cuáles son las opciones profundas de los dirigentes judíos, representados por los sumos sacerdotes, jefes del sistema teocrático. Al declararse contra Jesús y reconocer al César como único rey, rechazan al Dios liberador, que, por serlo, hace salir al pueblo de su esfera de influencia y de su dominio. Muestras así cuál es su verdadero dios: su ambición de poder y gloria, que Jesús mismo había denunciado repetidas veces y que había sido simbolizada por el Tesoro del templo. Es ésta la que los hace ser opresores y asesinos del hombre. Revelan en esta ocasión su ateísmo, al poner su interés en el lugar de Dios. Al desaparecer por obra de Jesús la figura de un dios cómplice de la opresión, buscan ellos su legitimación en la autoridad del César, el poder invasor. Con ello pronuncian su propia sentencia, excluyéndose de la liberación mesiánica.
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