martes, 4 de julio de 2023

Jn 18,25

 Estaba, pues, Simón Pedro allí parado y calentándose. Le dijeron entonces: <<¿Acaso eres también tú discípulo suyo?>>. Lo negó él diciendo: <<No lo soy>>.

Jesús ha continuado su itinerario hacia el Padre. Pedro no se ha movido del lugar donde estaba. El temor de la muerte lo ha hecho incapaz de seguirlo (13,36; 21,7 Lect.).

Arriba se ha tenido el interrogatorio de Jesús, abajo se tiene el de Pedro. Jesús se remitía a los que lo habían escuchado; Pedro, que es uno de ellos, está quieto, calentándose, sin llamar la atención. Han preguntado a Jesús por sus discípulos y Pedro niega serlo, ahora no sólo a la portera, sino ante todos los presentes. Es ya la apostasía pública. Mientras Jesús no cede en ningún momento ni da un paso atrás, Pedro se va desdibujando como discípulo.

Al encuadrar el interrogatorio de Jesús entre las dos escenas de la negación de Pedro, Jn quiera acentuar el contraste. Mientras Jesús afronta la situación con pleno dominio de sí, aparece un Pedro atenazado por el miedo, mendigando un poco de calor, mezclado anónimamente con aquellos que en el huerto habría querido exterminar, sin atreverse a afrontar su propia situación. El que está suelto, está en realidad atado, mientras Jesús, atado, no ha perdido su libertad. Como Jesús está preso, Pedro ya lo da por derrotado. Cuando es imposible utilizar el machete y no hay líder por quien luchar, Pedro, que por ellos se definía, ya no es nadie, se anula, negando su identidad.

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