sábado, 22 de julio de 2023

Jn 19,15c

 Replicaron los sumos sacerdotes: <<No tenemos más rey que el César>>.

Responden los sumos sacerdotes, representantes del sistema teocrático. Los que representan a Dios son los que lo traicionan; los que tenían por misión transmitir los oráculos divinos (cf. 11,51: siendo sumo sacerdote el año aquel profetizó que Jesús iba a morir por la nación) cometen la apostasía definitiva.

En la tradición del AT era Dios el rey de Israel (Sal 5,3; 29,10; 44,5; 47,3.7; 48,3; 74,12; 84,4M 89,19; 145,1; 149,2; Is 6,5; 33,22; 41,21; 44,6; Zac 14,9, etc.). Ellos, en cambio, aceptan como rey legítimo al emperador romano, el que les había quitado su independencia como nación, el pagano que no reconoce a Dios. Prefieren ser dominados por el poder de muerte que ser amados por el Dios de la vida, porque ellos saben dar muerte (8,44), pero no conocen el amor de Dios (5,42).

En realidad, al elegir al emperador, eligen a su dios de siempre, pues desde siempre tenían hecha su opción por el poder; que éste lleve un nombre u otro, dios o emperador romano, es secundario. El Dios a quien ellos profesaban fidelidad, aunque siguieran llamándolo Yahvé, era un dios que legitimaba la opresión, desentendiéndose del grito de los oprimidos (8,54s: el que vosotros decís que es Dios vuestro, aunque nunca lo habéis conocido; 5,37s: nunca habéis escuchado su voz ni visto su figura, y tampoco conserváis su mensaje entre vosotros; cf Is 5,7: <<Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; espero justicia, y ahí tenéis: lamentos>>).

En la narración, el evangelista pone de relieve las opciones verdaderas, más allá de las palabras y de las profesiones externas de religiosidad. Lo importante no es el nombre que se dé a Dios, sino el contenido que se significa con ese nombre. La opción por el César delata lo que Dios significaba para ellos. Al revelarse Dios en Jesús como amor al hombre, ellos lo rechazan y eligen al que, por ser opresor, permite y justifica la opresión que ellos ejercen. Su opción no es nueva; Jesús no hace más que poner al descubierto la realidad del poder religioso (sumos sacerdotes). Aceptan sólo a un Dios que legitime su posición y privilegio. En su opción, los jefes arrastran al pueblo: lo someten a la opresión extranjera, que, por el momento, legitima la que ellos ejercen.

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