lunes, 3 de julio de 2023

Jn 18,19

 <<Entonces, el sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina>>.

La escena está en contraste con lo que ocurre en el patio; allí Pedro niega ser discípulo; aquí Jesús es interrogado acerca de sus discípulos. El sumo sacerdote es Anás (18,24), personificación del Enemigo que inspira la conducta opresora de los dirigentes judíos (8,44). Se omite en este momento su nombre: es el jefe supremo, que da origen al poder religioso-político, quien hace comparecer e interroga a Jesús.

Sabe quién es, pues ha hecho que lo detengan: le interesa ante todo conocer quiénes lo apoyan, el influjo de Jesús (sus discípulos); luego, la doctrina que propone.

Como sucedió en la condena de Jesús (11,47-53), el sumo sacerdote no hace la menor alusión a Dios; tampoco pregunta a Jesús por el origen o legitimación de su persona y doctrina (7,16). Después de la manifestación a la salida de Jerusalén (12,12ss), es público que el pueblo visto en Jesús al Mesías, al rey de Israel, enviado y representante de Dios (12,13: el que llega en nombre del Señor) que había de cumplir las profecías (12,34); Anás, por otra parte, lo ha hecho detener como al <<Nazareno>>, es decir, como a un pretendiente al mesianismo davídico (18,5a Lect.). Pero, el representante del poder no se hace eco de esa cuestión. Su preocupación es meramente política: proteger los intereses de la institución que ejecuta sus designios (11,47-50).

La entrevista no es un juicio, no hay formalidad jurídica alguna. La sentencia está ya dada (11,53).

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