jueves, 6 de julio de 2023

Jn 18,37a

 Le preguntó entonces Pilato: <<Luego, ¿tú eres rey?>>. Contestó Jesús: <<Tú lo estás diciendo, yo soy rey>>.

La declaración de Jesús produce extrañeza en Pilato. No puede comprender a un rey que se declara tal y que, al mismo tiempo, renuncia al uso de la fuerza para defender su derecho. Con las preguntas sucesivas de Pilato va introduciendo Jn respuestas de Jesús, hasta completar el contenido de su realeza.

En primer lugar, en conformidad con su declaración anterior, Jesús afirma claramente su calidad de rey. No añade, sin embargo, <<de los judíos>>; este título equivale al de Mesías, pero su mesianismo no se limita a Israel, se extiende a la humanidad entera (10,16; 11,52: no sólo por la nación ( = los judíos), sino también para reunir en uno a los hijos de Dios dispersos). El reino de Dios, en el que Jesús tiene la función de rey mesiánico, está abierto a todo hombre que nazca <<de arriba>>, de agua y Espíritu (3,3.5).

Pero, además, la indeterminación en que deja Jesús su título: yo soy rey (en lugar de yo soy el rey), en paralelo con la acusación que harán los dirigentes judíos: todo el que se hace rey se declara contra el César (19,12), muestra que el título tampoco es exclusivo. Al comunicar a sus discípulos su unción y su misión mesiánica (17,17s; cf. 9,6.11), los hace participar con eso de su condición real: son hombres libres, hijos de Dios y dueños de la creación, el don de su amor. En la escena de la crucifixión aparecerán junto a Jesús otros dos crucificados: él será el centro de los que, junto al Hijo, se hagan hijos de Dios (1,12), dando su vida por amor al hombre (19,18 Lect.).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25