viernes, 28 de julio de 2023

Jn 19,24

 Se dijeron unos a otros: <<No la dividamos, la sorteamos a ver a quién le toca>>. Así se cumplió aquel pasaje: <<Se repartieron mi manto y echaron a suerte mi ropa>>. Fueron los soldados quienes hicieron esto.

Los soldados renuncian a dividir la túnica, en eso todos están concordes; toda división le quitaría su belleza y su mérito. Atentar contra la unidad es destruir la obra de Jesús.

Jn ve cumplido en la acción de los soldados el dicho del salmo 22,19 (21,19 LXX, citado literalmente). La Escritura daba testimonio de Jesús en cuanto enviado de Dios y dador de vida (5,39-40). Jn ve, pues, en esta escena un cumplimiento de la misión de Jesús, la extensión de su obra al mundo entero.

En el salmo, el reparto de la ropa tiene un sentido hostil; los soldados, al realizar este acto, cumplen, sin embargo, el gesto profético que anuncia el plan de Dios. Lo mismo que habían revelado la verdadera grandeza de Jesús al despojarlo de la grandeza mundana (19,1-3), ahora, lo que parece un despojo, es en realidad una expansión universal. La importancia y el profundo significado de la acción quedan subrayados por la frase final: Fueron los soldados quienes hicieron esto.

SÍNTESIS

La universalidad expresada en la perícopa anterior por la multiplicidad de lenguas en que estaba redactado el letrero de la cruz se expresa ahora en el reparto del manto de Jesús. La herencia del Mesías será llevada al mundo entero; como el vestido, ha de ser hecha propia, para convertirse en el distintivo de las comunidades esparcidas por la tierra. A pesar de la pluralidad de razas y culturas, permanece un elemento indivisible, la unidad que realiza el Espíritu, la que tiene su origen <<arriba>>.

Todo el mundo reconocerá a los discípulos como a los herederos de un crucificado, que se distinguen como él por la práctica del servicio al hombre hasta dar la vida.

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